El Carolino

Puebla, la segunda ciudad colonial más importante de la época, se fundaba El Colegio Carolino del Espíritu Santo, fundado por un comerciante acaudalado de nombre  Melchor de Covarrubias y dirigido también por la orden de la Compañía de Jesús. Mismo que, tras la expulsión de las órdenes Jesuitas del país en1765 y su retorno en 1819, los Jesuitas reorganizaron sus colegios, estableciéndolos en el espíritu santo con el perdurable nombre de Colegio Carolino ó Real Colegio Carolino del Espíritu Santo, San Jerónimo y San Ignacio.

Modificaciones en el nombre, sobrevinieron a través de los años, y hoy el Carolino es considerado Patrimonio Universitario Arquitectónico, de la Benemérita Universidad Autónoma del Estado de Puebla (BUAP). Más que por su belleza y antigüedad, por la emblemática historia que se escribió en él y su contexto en el tiempo.

Museo del alfeñique

Don Ignacio Morales, fue un hombre español dedicado a la herrería, cuyo amor lo llevo a construir la casa de los sueños de su amada. Bien dice que el amor rompe fronteras y el loco corazón de este personaje no fue la excepción.

Ana era una poblana cuya belleza dejo cautivado a don Ignacio. En primer lugar, él le ofreció matrimonio, a lo que ella accedió. Pero bien sabemos que nada es fácil en esta vida. Los planes de boda habían comenzado y a la prometida se le ocurrió imponer una condición para poder ser desposada.

Don Ignacio debía construir una “casa de dulce” como capricho de su amada. Él, al parecer, no dudó en hacerla, invirtiendo la pequeña cantidad de 14 mil 900 pesos en oro. Levantando así la dichosa casa con una dulce fachada, merecedora del amor de Ana.

Finalmente, el matrimonio se llevó a cabo y con ello el amor de los esposos creció, por lo que se mudaron inmediatamente a la tan deseada Casa de Alfeñique.

 

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